El libro de la maestra budista Pema Chodron, discípula de Chogyam Trungpa, “Cuando todo se derrumba”, me ha “salvado” muchas veces, es uno de esos libros que en momentos difíciles uno toma para recordar que no hay nada a lo que agarrarse y que lo que nos sucede es mejor vivirlo hasta las últimas consecuencias y extraer su sabiduría, sino tarde o temprano volverá de una y mil formas pero igual en esencia.
Acostumbrarse a vivir sin suelo bajo nuestros pies no es nada fácil y tomar el compromiso con uno mismo de no hacer daño, nos lleva toda la vida. No estoy hablando obviamente de lo evidente: no matar, no robar, no mentir. Me refiero a las maneras más sutiles de dañar, de ser agresivo en nuestras acciones, en nuestro discurso y en nuestra mente.
“La base de una sociedad iluminada es no dañarnos a nosotros mismos ni a los demás en el principio, en el medio y al final. Para crear un mundo sano, hemos de empezar creando ciudadanos sanos, y esos ciudadanos somos nosotros mismos. La agresión más grave hacia nosotros mismos, el daño más fundamental que podemos hacernos es permanecer en la ignorancia por no tener el coraje y el respeto de mirarnos a nosotros mismos honesta y delicadamente”
Y el requisito básico es estar atentos. Tomar conciencia de cómo dañamos es doloroso y requiere tiempo.
El siguiente paso es refrenarse, refrenarse es una de esas palabras rígidas que suenan un poco represoras. Pensamos que seguramente las personas vivas, e interesantes no se refrenarían. Pero en este contexto refrenarse es un método hábil de dharma.
Refrenarse es la cualidad de no buscar entretenimiento en el momento en que nos sentimos ligeramente invadidos por el aburrimiento, es la práctica de no rellenar inmediatamente el espacio porque hay una brecha.
No actuar siguiendo el impulso o el patrón habitual mental o de conducta.
Al refrenarnos vemos que hay algo entre el surgimiento del deseo, de la agresión o de lo que sea y cualquier acción resultante.
Refrenarse es el método que permite llegar a conocer la inquietud y el miedo, si nos entretenemos inmediatamente, si no hacemos ninguna pausa nunca podremos relajarnos. Es la forma de hacerse amigo de uno mismo en el nivel más profundo posible.
Estar atento, refrenarse y comprender son los primeros pasos necesarios para el surgimiento de algo nuevo en nuestra mente, algo que nos posibilite un cambio verdadero, no momentáneo, un espacio amplio donde ya nada nos tome por sorpresa, y permanezcamos relajados aún en el ojo de la tormenta.
Esa es mi humilde aspiración.
acertada esa inspiracion. yo lo llamo postergar Y/o aplazar la reaccion y hacer "el pare", en el momento preciso en que la mente te lo impide. es como parar un niño sudoroso con ganas de continuar corriendo. es como levantarte y anular la ley de la gravedad por un momento. gracias. liliana de Cali.Colombia
ResponderEliminarSaludos cordiales.
ResponderEliminarMuy importante lo escrito.
Y...
Sumamente importante el darse cuento de aquello en uno mismo.
Atentamente
Erick Bojorque