Este espacio nace con la intención de compartir material de las tradiciones budistas que han dejado huella en mí a lo largo de muchos años. Pretende de esta manera homenajear al Señor Buda y a sus sucesores, en la tradición Theravada, el Vajrayana o budismo tibetano, y el budismo Zen, que son los caminos con los que he tenido contacto directamente y que han influenciado mi vida de manera beneficiosa.

viernes, 25 de junio de 2010

La muchacha y la perla brillante


Bárbara Kosen Richaudeau nació el 7 de junio de 1951. Recibió la ordenación de monja zen del maestro Taisen Deshimaru el 21 de septiembre de 1975 en el Dojo de París. Recibió la transmisión del Dharma del Maestro Kosen Thibaut en septiembre de 1993 en el Templo de la Gendronniére. Se estableció en el Mokusan Dojo de Madrid en marzo de 1994.

Hacia los años ochenta, el Maestro Deshimaru pidió a sus discípulos del dojo de París que escribiesen sus biografías. Yo debía tener 27 o 28 años y aparte de practicar zazen y de seguir su enseñanza, mi vida parecía contener pocas aventuras. No obstante comencé, y comencé por contar la historia de la pesca de la gamba. Cuando tenía diez años, al final de las vacaciones en el mes de septiembre, en la época de las grandes mareas, mi padre y mi abuelo nos llevaban a pescar gambas. Se sucedían largos preparativos. Por la mañana, a la salida del sol, mi abuela se dirigía al mercado a comprar un surtido de pescados baratos. Después, mi abuelo ensartaba las cabezas de los peces en el alambre de los rételes, blasfemando tranquilamente porque se pinchaba los dedos. Empezábamos con marea alta, lanzando los rételes desde peñascos escarpados, con las olas lamiéndonos los pies, y sacábamos del mar cangrejos. Por supuesto, el recoger los cangrejos e introducirlos en la cesta de mimbre era toda una historia. Una vez en casa, vertíamos nuestro acopio de cangrejos en una gran tinaja y esperábamos dos o tres días a que murieran. De nuevo mi abuelo ensartaba los cangrejos en los rételes y salíamos, esta vez con marea baja, a pescar gambas. Por lo general estas expediciones se saldaban con un total fiasco y mi padre acababa siempre comprando hermosas gambas en la taberna de la esquina, frente a un vaso de vino blanco. Mi biografía debía comenzar así pero mi compañero de aquel tiempo me hizo entender que aquello no tenía gran interés, que era estúpido y que mejor haría en abandonar la idea de contar la historia de mi vida. Casi veinte años han pasado y de nuevo me encuentro en la tesitura de escribir mi biografía. Y una vez más, aparte de practicar zazen, afeitarme la cabeza y llevar cada día el kesa, mi vida no parece ni demasiado azarosa ni demasiado apasionante para los demás. Así pues, vuelvo con la pesca de la gamba. Lo que me impresionaba, siendo una niña, era lo absurdo de tales acciones, dejando aparte el hecho de que pasábamos buenos ratos. Era ridículo, absurdo, humano con sus gritos y colores. Es lo que hubiera querido expresar en aquella época y lo que ahora quisiera poder expresar. Yo no he tenido un despertar al hecho de la impermanencia; más bien las acciones del mundo tal cual es me parecieron súbitamente alejadas de sus objetivos. El mundo tal como me lo habían mostrado mis padres, mis antepasados, mis profesores, mis tutores etc, me parecía absurdo y bloqueado. La religión tradicional en la cual me habían educado mis padres no me había aportado tranquilidad alguna. Tampoco los estudios me habían dado la libertad. La pregunta ¿por qué? no obtenía respuesta, y la cuestión ¿cómo? tampoco. Después de peregrinar por la duda, el miedo y el cinismo, encontré zazen y la maravillosa enseñanza del Maestro Deshimaru. Todo estaba claro, derecho y luminoso. De esta manera mi vida es la de una muchacha que salió a pescar gambas y en el camino encontró una perla brillante.

Bárbara Kosen

Las flores se deshojan aunque las amemos, las malas hierbas crecen aunque las aborrezcamos; es así.

Dogén

domingo, 20 de junio de 2010

Nirvana


Buda dijo: “Monjes, hay un lugar que no es el lugar de la tierra, el agua, el aire, o el fuego y el espacio ilimitado o la conciencia ilimitada, la no materialidad ilimitada, las percepciones o las no percepciones, este mundo o aquel mundo. No hablo de ese lugar como algo que viene y que va o que no viene y no va, como algo que está naciendo y muriendo. Ese lugar no cobra existencia ni muere y no necesita basarse en nada más. Es el final de todo dolor. Es nirvana”.

Suponed que mientras que estamos escuchado hablar así al Buda somos atrapados por las palabras: “Hay un lugar que…Este lugar…”. Entonces no habrá forma alguna de que podamos comprender, porque la realidad del nirvana va más allá de todas las ideas de lo que es y de lo que no es, de lo uno y de lo mucho, del lugar y del no lugar, de esto y de aquello. Utilizando la imagen de una ola como metáfora del nirvana, la ola es nacimiento y muerte, el agua es nirvana. La ola surge y desaparece, es alta y es baja, llega a ser y desaparece, es muchas y es una. Esto no es así para el agua de la ola. Debemos recordar que ésta es únicamente una metáfora. En nuestra percepción ordinaria el agua sigue perteneciendo al mundo fenoménico como las nubes, el vapor, el hielo, y la nieve. Por ser capaces de observar profundamente el mundo fenoménico, somos capaces de descubrir su naturaleza sin nacimiento y sin muerte y de entrar en el mundo de la esencia. En los estudios budistas hablamos sobre el proceso de ir de la característica a la naturaleza, del signo a la esencia. Un bodhisattva es capaz de ver la naturaleza de todo lo que es y, por ello ya no tiene temor y no desea aferrarse a nada. Así, puede montar sobre las olas del nacimiento y de la muerte con una completa ecuanimidad”.
Thich Nhat Hanh

sábado, 12 de junio de 2010

Bhikkhu Nandisena y la meditación Vipassana




Esta ha sido la segunda visita de U Nandisena a Uruguay, en la anterior ocasión en octubre pasado tuvimos la oportunidad de conocerlo y recibir instrucciones sobre una práctica que incluyó tres tipos de meditación: la primera perdón, la segunda metta (amor benevolente) y la última Vipassana (introspección).

Esta vez profundizó en el corto tiempo del que dispusimos, solo estuvo un día en Montevideo, sobre el cultivo de la atención y la meditación Vipassana.

Hay que tener en cuenta que el enfoque de la meditación Vipassana es en el contexto del budismo theravada tradición a la que pertenece Bhikku Nandisena. El es abad del monasterio Dhamma Vihara en México y es una gran oportunidad de recibir enseñanzas de primera mano en español, algo poco corriente dentro del budismo, de alguien tan calificado para darlas.

Recibir enseñanzas directamente por mínimas que sean deja una huella distinta en uno. Te aclaran puntos que a través de la lectura es casi imposible obtener, y resulta sumamente estimulante para la práctica.

Algunos temas que se tocaron y que me resultaron especialmente interesantes fueron:

El cultivo de la atención nos permite darnos cuenta de lo que estamos experimentando, tanto a nivel físico como mental. Resulta así la atención, una protección del surgimiento de los estados que afligen y contaminan la mente. O sea si uno está en ese estado semi dormido que solemos estar cotidianamente a lo largo del día es muy fácil caer presa de las perturbaciones mentales, no discriminarlas en el momento. En cambio si nos entrenamos en el cultivo de la atención a través de la meditación es más fácil ser consciente de los estados de la mente y neutralizar los dañinos

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Es importante la respiración como objeto primario de meditación porque siempre está con nosotros, pero cuando surgen objetos mentales, pensamientos imágenes, o sensaciones físicas, dolor, picazón, hay que hacerlos parte de la práctica. Observarlos sin involucrarse. Si surgen es porque hay causas y condiciones para ello y eso hay que aceptarlo. Nos hacemos conscientes de eso hasta que desaparezcan por si solos y luego volvemos a la respiración.

Otro punto importante es que la naturaleza de la mente es buscar objetos diferentes continuamente y es muy poco lo que está bajo nuestro control, lo que surge en cada momento no está bajo nuestro dominio sino que es la atención al objeto nuestro dominio, y es en eso en lo que hay que centrarse, y para qué?, para pacificar la mente, y aprender a relacionarnos de otra manera con los objetos mentales, sin apego, sin aversión, aceptando la realidad tal cual es.

Eso me pareció muy liberador, no es tan importante lo que surge y cesa en la mente, sino el desarrollo de una atención plena que nos permita, en la medida que practiquemos, percibir la realidad tal cual es y de eso se trata Vipassana.

Bueno esto es solo un pequeño esbozo o una primera aproximación a lo que es la meditación vipassana, hay instrucciones precisas sobre como meditar sobre la respiración, que hacer cuando surgen los pensamientos, etc. Pero dejo esta pequeña muestra para quien le interese se acerque a algún grupo o maestro que pueda darle instrucción específica o conectarse directamente con U Nandisena (Buddhismo hispano).

Extracto de “Preguntas y respuestas acera de la meditación vipassana" por Venerable U Silananda, traducción U Nandisena.

¿Qué significa vipassana?

El término vipassana esta compuesto de dos partes-vi que significa "en varias formas" y passana que significa "ver." Entonces vipassana significa ver en varias formas.

¿De qué me puede servir la meditación vipassana?

El objetivo final de vipassana es erradicar completamente las impurezas de su mente. Antes de esto, existen los beneficios de tranquilidad, paz mental y la habilidad de aceptar las cosas como vienen. Vipassana le ayuda a ver las cosas como realmente son y no como parecen ser. Las cosas parecen ser permanentes, deseables y substanciales, pero en realidad no lo son. Cuando practique meditación vipassana, experimentará el surgir y el cesar de los fenómenos mentales y físicos. Y tendrá una compresión más clara de lo que está ocurriendo en su mente y cuerpo. Usted podrá aceptar las cosas como se le presentan con menos agitación y podrá relacionarse con las situaciones de una manera más positiva.”

sábado, 5 de junio de 2010

La verdadera naturaleza de la Mente


"Aquellos que practican el Vajrayana, las enseñanzas tántricas secretas, tienen un compromiso sagrado de no rechazar las emociones del apego, la ira, la ignorancia, el orgullo y la envidia o los celos.
La razón para que esto sea así tiene que ver con que si las rechazan, nunca tendrán la posibilidad de descubrir su sabiduría intrínseca. Al abandonar los cinco venenos, abandonamos, al mismo tiempo, cualquier posibilidad de realizar las cinco sabidurías, puesto que ellas se encuentran en el mismo lugar de las emociones. Esa es la razón por la cual, cuando nos comprometemos con las prácticas tántricas, debemos trabajar con los diferentes objetos que dan surgimiento a las reacciones emocionales. Los objetos mismos del apego, el odio, etc., se convierten en los medios para la liberación de los conflictos emocionales.
En términos prácticos, esto significa que cuando uno de los cinco venenos aparece en la mente, tenemos que mirar directamente su esencia hasta entender que en verdad no tiene una existencia real. Percepción, emoción y sabiduría Las emociones aparecen debido a las condiciones creadas por nuestra mente confusa. Nuestra conciencia fundamental, que en el momento presente se encuentra en un estado de total ignorancia, proyecta a partir de sí la idea de un mundo experimentado por medio de los cinco sentidos, los cinco órganos de los sentidos y sus relaciones activas con los objetos externos. Debido a nuestros hábitos previos, la mente proyecta imágenes que considera separadas de ella misma. Entonces, éstas se convierten en formas que actúan como objetos para la vista, sonidos para el oído, y así sucesivamente.
La presencia de estos objetos aparentemente independientes hace que la mente se perturbe, permitiendo la aparición de las emociones. Por ejemplo, cuando nuestros ojos ven una forma, la cosa no se queda ahí: inmediatamente reaccionamos frente a ella. Cuando la forma nos parece agradable, nos sentimos atraídos. Si la encontramos desagradable o repulsiva, la rechazamos y queremos alejarnos. Lo mismo aplica a toda la información sensorial, es decir, a todo lo que oímos, olemos, probamos o tocamos. Cada vez que los órganos de los sentidos entran en funcionamiento deberíamos mirar directamente la esencia real de lo que está sucediendo. Gradualmente llegaremos a ver que el objeto que estamos percibiendo no es más que la mente trabajando. El objeto es la mente, no se diferencia de ella y, por lo tanto, no hay necesidad de crear ninguna dualidad artificial manteniendo una distinción clara entre sujeto y objeto.
Si miramos la esencia de esta carencia de dualidad, la verdadera naturaleza del objeto y de la mente que lo percibe, descubriremos la esencia misma de la mente. Esta percepción de la esencia de la mente tiene lugar cuando todos los pensamientos previos se han detenido y el siguiente pensamiento aún no ha aparecido. La mente se encuentra en el presente espontáneo, su propia realidad. Es la mente la que ve su propia esencia y es a esto a lo que le damos el nombre de sabiduría primordial. Su presencia, entonces, aclara las emociones autómaticamente. Es como encender una vela en un cuarto oscuro: tan pronto como la luz se hace presente, la oscuridad desaparece por sí sola".

Lama Guendun